miércoles, 27 de julio de 2016

“AÑO 2320 / OCTUBRE / BUENOS AIRES” Cuento breve de Patricia Hart / Teatro y Neurociencias

“AÑO 2320 / OCTUBRE / BUENOS AIRES”   Cuento breve de Patricia Hart

Apuró el paso. Los senderos del Arroyo Maldonado, generosos en anchura y arboleda refrescaban el mediodía.
Sorteó un pequeño mojón de cemento, que los antiguos arquitectos diseñadores habían dejado adrede como señal de otras épocas.
Los vecinos lo destinaban para infinidad de funciones, las cuales eran impredecibles y dependían de muy variados factores. Guardaba un estrecho significado con las pircas de las culturas precolombinas.
Claro, recordó, todo se dio vuelta. Había leído que por el 2020, tres siglos antes, todo se había revertido. La ciudad dejó de expandirse con sus tuberías, sus hierros, sus asfaltos y sus edificios “tapatodo”, porque en el centro, en el mismísimo centro de Buenos Aires comenzó a surgir el agua, a borbotones, imparable, libre, serpenteante.
"AÑO 2320 / OCTUBRE / BUENOS AIRES" Cuento breve de Patricia Hart / Teatro y Neurociencias

Era tal el caudal y su fuerza que no existió ningún sistema que pudiera contenerla y dicen que alguien pronunció esta frase, -  ¿por qué no la dejan que vaya a donde quiera?
Quizá el agotamiento que todos padecían  al haber concentrando sus energías en hacerle “la contra al agua”, les permitió escuchar la propuesta que se destacó nítida sobre el frenesí obsesivo y en algún lugar de sus cerebros les resonó como posible.
Y dejaron de luchar contra ella. Y esperaron. Algunos esperaron desesperanzados, angustiados por lo que perdían, y murieron así, angustiados. Otros esperaron esperanzados por lo nuevo y contagiaron sus ilusiones a sus descendientes y murieron así, ilusionados. Otros se dedicaron a observar los cambios y fue grande su alegría cuando vieron brotes y luego arbustos y luego árboles, y pasto que casi se hacía pradera, y frutos y pájaros, y peces y mandarinos, higueras y flores, y alegrías del hogar y santa ritas. Y los niños ayudaron a construir los botes y las canoas que iban desde la Avda. San Martín hasta la desembocadura en el Río de la Plata, que era plateado, plateado de verdad. Y los tamaños de las  embarcaciones guardaban una armonía perfecta con las dimensiones del entorno. Y pudieron recuperar todos los sonidos y todos los aromas.
Y mientras pensaba todo esto, aminoró su marcha, así, naturalmente. Y saludó a uno, sonrió a otro, rozó con su mano la de otra, abrazó a ese, besó a aquel, y comentó a  varios sus pensamientos y comenzaron a convocarse, así naturalmente y llegaron los niños con sus “juegoslibros” y las gentes con sus cestos y sus mates y los músicos y los poetas y los científicos y los historiadores, e intercambiaron panes y ensaladas y viandas de todo tipo y poemas y aquel cantó y algunos bailaron y todos aplaudieron.
Y hablaron de las nervaduras de las hojas y de la Grecia antigua, y de Leonardo y de Einstein y de la Plaza de Mayo. Y todos preguntaban muchas cuestiones y hacían silencio y escuchaban y pensaban y sentían y después aventuraban respuestas de acuerdo a sus saberes. Y era una fiesta aprender en ese octubre, cerca del mojón de antaño, ese que esta ahí, a orillas del Maldonado.

Teatro y Neurociencias.
Todos los Derechos Reservados.

Fotografía: Patricia Hart