Teatro y Neurociencias


LOS MONOS Y LAS BANANAS ELÉCTRICAS
TEATRO Y NEUROCIENCIAS

Artículo de Patricia Hart
Derechos reservados.





En una oportunidad, un grupo de investigadores, realizó la siguiente prueba. Metieron a un mono en una jaula de considerables dimensiones. Ubicaron unas bananas a cierta altura. El mono, como es de suponer, fue a buscar su alimento. Cuando tomó contacto con las bananas recibió una descarga eléctrica.
Un lector imaginativo puede suponer la escena y porqué no, también  escuchar los gritos de dolor y “demás yerbas”

Al rato los investigadores, introdujeron otro mono a la jaula, que obviamente no había visto la escena anterior. También éste intentó trepar con la intención de alcanzar las bananas. Pero no bien comenzó a trepar hacia ellas, el primer mono comenzó a chillar e impedir con tirones y golpes que el segundo mono subiera. Cada vez que el nuevo visitante intentaba subir hacia las bananas, el primero lo golpeaba. Así varias veces hasta que el segundo mono desistió del intento.

Decidieron entonces los investigadores, retirar al primer mono de la jaula.
Quedó, solito, solito, el segundo. Había recibido una zurra de su par, ausente en ese momento, pero no había sido afectado por la descarga eléctrica.

Un tercer mono ingresó a la jaula. ¡Si, claro! También intentó trepar hasta las bananas y como es de suponer recibió golpes y más golpes del segundo mono, por lo que no pudo  saciar su hambre.

Cuando los investigadores hicieron ingresar un cuarto mono, que quiso también llegar hasta las bananas… ¿Qué quieren que les diga?  Si, los dos monos, el segundo y el tercero le propinaron tremenda paliza al cuarto.

Nuestros investigadores, fueron agregando monos. Mientras el número de la manada iba en aumento la violencia e intensidad de los ataques hacia los nuevos que “buscaban bananas” se agravaba.

Sí, el experimento finalizó cuando el grupo de monos dio muerte al último visitante.

¿De qué estamos hablando?

Muchos lectores ya los saben, pero para los dos o tres que todavía lo desconocen les cuento que una parte del cerebro de nuestra especie, la especie humana, funciona del mismo modo. Nuestro cerebro mamífero es común a otras especies. ¡Aunque nos duela, y haga “tiritas nuestra soberbia”!

Pero. Y aquí viene lo interesante, el cerebro humano posee los lóbulos prefrontales muy evolucionados y de gran tamaño, y esta es la diferencia con las otras especies. Es en esa área donde se procesan las conceptualizaciones, el razonamiento, la reflexión. Allí se procesa la conciencia de saber que no se, para poder alcanzar el saber, por decirlo de una manera sintética.

¿Y cuál es la paradoja?

Que lo usamos poco. Que privilegiamos el cerebro mamífero, como única posibilidad de relación y de solución a los desafíos del mundo exterior, con sus consecuentes nefastos resultados.

 Desde el punto de vista de la metáfora, nos sirve para entender la incidencia de los pre-juicios, de los juicios elaborados por otros y que se transmiten de generación en generación, sin una re- elaboración propia. Al punto que nos vienen dados como verdades absolutas. Claro, es más cómodo, tomarlos (a los pre-juicios, digo)  como verdades incuestionables, porque la movilidad neuronal nos demanda una energía extra que en la generalidad de los casos no estamos dispuestos a invertir.

¿Y por qué Teatro y Neurociencias?

Porque los artistas-teatreros-educadores-científicos sabemos llevar a la acción y a la escena estos comportamientos. De tal modo que los demás los pueden visualizar y vivenciar, como si estuviesen viendo un cuadro magnífico y revelador, que produce conocimiento sobre las cosas que hacemos los humanos y el modo en que las hacemos.

¡Caramba con el teatro! ¡Caramba que es un pasaporte al conocimiento!

Para todos mis colegas: a poner en escena esta secuencia, a divertirse y a hacerla crecer.
Después me comentan. Hay más, me pueden consultar lo que quieran.
¿Saben colegas teatreros que también podemos escenificar el mundo de los cuantos atómicos? Es re- divertido.
Para los docentes de todas las Áreas, es parte de los Talleres de Capacitación Docente sobre los recursos Teatrales en el Aula.

Este artículo, no es una publicidad sin sentido, es un aporte.

Mi aporte a las nuevas generaciones, como responsabilidad, como decisión, con alegría y convicción.

Patricia Hart




“UNA ACTRIZ METAFÍSICA”  (Me dijeron)


AMIGOS QUERIDOS, LES DEJO UNO DE MIS  ARTÍCULOS SOBRE TEATRO Y NEUROCIENCIAS. 

EL TEMA QUE PRESENTO, ES UNO DE LOS QUE DESARROLLO EN LOS TALLERES DE CAPACITACIÓN DOCENTE
A cada lugar que voy, el día anterior al Taller represento el espectáculo “Borges A Escena”.
Arte-Teatro-Educación y Ciencia, van de la mano.



En alguna oportunidad me han definido como "una actriz metafísica", cosa que no dejaba de causarme gracia pues quien lo expresaba provenía de  un ámbito académico dispuesto a una defensa a ultranza de las "legalidades establecidas que eternizan paradigmas educativos de la edad media”.
Sin embargo, algún "ruido" le hacia en su pensamiento, algo seguramente lo cuestionaba. Y ¿por qué me resultaba simpática esta expresión? Porque para los artistas de todos los tiempos y de todas las disciplinas, los cuestionamientos existenciales están en las obras que producen y muchas veces, la mayoría, son anticipatorias a ciertos procesos sociales o concepciones del hombre o conllevan soluciones a preguntas que se hace la humanidad.
El artista es un gran observador del universo, de su entorno, de su individualidad y de la relación entre todo eso. El artista se pregunta ¿Para qué? ¿Por qué? ¿Cómo? ¿Hacia dónde? de una manera intuitiva. Y justamente es a través de sus obras que transmite  a todos esa visión o percepción posible, distinta, completa del universo. Los artistas son “abrepuertas” del conocimiento.
Es cierto que no todos alcanzan el virtuosismo en las Artes, pero al margen del nivel de excelencia que cada artista adquiera, es común a todos los hombres no sólo la configuración orgánica del cerebro sino los potenciales y su funcionamiento. De modo que todos compartimos este modo intuitivo de saber, como uno de los modos de operar cerebralmente. 
Particularmente el Arte de la Actuación, por manejarse con el material de las acciones y los comportamientos, por ser las conductas humanas su especificidad (no tiene pinceles para pintar, ni mármol para esculpir) es de las Artes la que más posibilidades tiene de explicar y mejorar los vínculos de los seres humanos y favorecer  su evolución hacia una más cercana posibilidad de realización y felicidad.

Esta “visión” que tienen las Artes, al ser combinadas con una intencionalidad educativa dan como resultado que el artista-educador comience a utilizar el elemento metáfora. 
Ese maravilloso recurso que funciona como un trampolín para el salto, que catapulta al espacio del saber, que garantiza la libertad de reflexión. La vuelve ágil, divertida, inquieta y juguetona.

La Actriz que vive en mi interior es quien posibilita componer una “otredad”, EL PERSONAJE.  Para esto debo salirme de mi mismidad, dejarla de lado. Esta construcción conlleva objetivos artísticos.
Para que esto sea posible el Actor/Actriz  desarrolla el sentido de observación, de sus propios movimientos internos y el de los otros, el del mundo circundante en el que está inmerso y con el que articula.

Y la Maestra que me habita,  es la que elabora las estrategias y sistemas para transmitir esos recursos, la que acompaña al otro para que realice su camino de descubrimiento, adquiera conciencia de sus posibilidades y cualidades y las desarrolle.

A la luz de los descubrimientos de las Neurociencias con respecto al funcionamiento del cerebro y a los movimientos y cambios electroquímicos neuronales, la importancia de este aspecto emocional-intuitivo para ingresar al mundo del conocimiento se antepone a cualquier intensión de operación racional.

Es este modo agradable y placentero el que los artistas de todos los tiempos manejamos como paso indispensable para el saber. Y también los “maestros de alma” saben muy bien de estos valores. Un “maestro de vocación” se maneja placenteramente en la situación de aprendizaje con sus alumnos.

Y ¡OH casualidad! Resulta que los científicos y los inventores también cuentan con esa disponibilidad para ver lo que otros no ven, esa tendencia irrefrenable de cambiarse de lugar para ver “la cosa” desde distintos ángulos. Para ellos también es un juego. Pareciera entonces que a los Artistas, los Científicos y los Educadores nos hermana la pasión, por decirlo de alguna manera.  Porque…algo semejante nos hermana, nos hace compinches.  ¿Qué es? Es esa actitud, esa disponibilidad, esa apertura por resolver, por aprender y aprehender con total libertad. Es el tiempo de divertirse con las preguntas. Las preguntas llevan a la acción. A la acción de pensar. Y el proceso de encontrar las respuestaS…eso…esa es la parte más divertida.

Por eso, la responsabilidad ante las nuevas generaciones es muy grande. El Arte no es el moño de un paquete vacío, no es un agregado, no es lo superfluo y prescindible.
El Arte y en este caso el Teatro es facilitador de recursos para transcurrir las situaciones del conocer (lo que sea) con fluidez, placer, alegría y mucha curiosidad.

Patricia Hart
Derechos reservados.




“UNA EXPRESIÓN ELOCUENTE”  

Interpretando la gestualidad en el rostro

TEATRO Y NEUROCIENCIAS

De Patricia Hart
Derechos reservados

“Dice el tigre: - ¿Cuál es la parte que no entendió?”

Patricia Hart, Actriz, Directora, Autora, Docente e Investigadora del Teatro y las Neurociencias

¿En qué consiste la Inteligencia Emocional?
En la capacidad de conocer y reconocer emociones y sentimientos en uno mismo y también en los demás.

Es indudable que en los Actores la habilidad de la inteligencia intrapersonal para reconocer lo que pasa en su propio cuerpo y lo que está sintiendo alcanza niveles de excelencia, de virtuosismo.

¿En qué consiste este virtuosismo?  En la capacidad de regular la manifestación de la emoción y/o modificar un estado anímico y el modo de exteriorizarlo. Y en la capacidad de automotivación.

Y también en la capacidad de entender qué están sintiendo otras personas a través de una lectura y traducción de sus gestos, de sus actitudes corporales, de las expresiones en el rostro. Esto en neurociencias cognitivas, se denomina inteligencia intrapersonal.
Y en el lenguaje del Arte Dramático se denomina, componer un Personaje.

Pareciera entonces que ser un profesional del arte de la actuación, implica tener más que desarrolladas, intencionalmente, estas habilidades para comprender y predecir la conducta de otras personas, sus conocimientos, sus intenciones, sus emociones,  sus creencias y sus circunstancias.

A pesar de que cada persona experimenta un mundo estrictamente único, todos los seres humanos contamos con áreas neuronales que nos permiten simular las acciones, emociones y sentimientos ajenos. En este contexto, simulación se entiende como el proceso en que el cerebro replica, de manera interna, acciones, sentimientos y emociones observadas en otras personas.

En el actor, este proceso es INTENCIONAL, lo muestra a los demás, EL PUBLICO,  enmarcado en el desarrollo de UNA OBRA, contextuado en un ESPACIO Y UN TIEMPO DETERMINADO, a través de su PERSONAJE, para producir EMOCIÓN y PENSAMIENTO en los ESPECTADORES y con OBJETIVOS ARTÍSTICOS, los cuales conllevan valores de belleza y armonía.

Todo esto es posible gracias a un desarrollo de magnitud de las neuronas espejo, sistema neuronal común a todos los humanos, el cual nos permiten sentirnos bien, cuando las personas que nos rodean se sienten bien y nos sentimos mal cuando las personas que nos rodean se sienten mal. Son mecanismos neuronales que nos permiten reconocer que los demás poseen una subjetividad idéntica a la nuestra.

Esta certeza posibilita que mejore el autoconocimiento y los vínculos entre las personas, ya que los descubrimientos de las neurociencias han venido a confirmar la importancia de las emociones y su funcionamiento.

Es por esto que los EDUCADORES- ARTISTAS de las ARTES DE LA ACTUACIÓN, tenemos mucho material para aportar a favor de la evolución y desarrollo del género humano para lograr una sociedad más armónica. Y el Teatro en particular posee los medios, los elementos y los sistemas que permiten el desarrollo de ese proceso. De allí que sea tan necesario e imprescindible articular en la EDUCACIÓN los saberes del TEATRO.

Patricia Hart
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Lunes 17 de diciembre de 2012 


LA MÁSCARA DE TRES ROSTROS
Una genialidad artística que afirma los paradigmas de la evolución.
¿Un nuevo símbolo a adoptar?

De Patricia Hart
Derechos intelectuales reservados.



Esta máscara con tres rostros que expresan tres estados de ánimo diferentes, ha sido para mi, disparadora de algunas reflexiones.

Antes de entrar en tema quiero decir que en la imagen, la firma del autor figura en el margen inferior izquierdo, lamentablemente no he podido descifrarla. También he intentado infructuosamente de averiguar por la red si alguien sabía su nombre. Pido disculpas porque mi pesquisa no ha dado resultados y por no haber descubierto otra estrategia más minuciosa para lograr develar su nombre y escribirlo con letras mayúsculas. Digo, “con mayúsculas” para significar la magnitud del impacto que produjo en mi pensamiento. Por lo tanto solicito la colaboración de todos para disminuir mi ignorancia. Agradezco de antemano a todas las voluntades que se sumen al intento de develar el misterio. Dicho esto, entro en tema.

La tradicional máscara del teatro nos presenta dos rostros que nos muestran dos estados de ánimo diferentes, la alegría y la tristeza. El primero corresponde a la Comedia y el segundo a la Tragedia.

Desde hace siglo se viene usando como símbolo del Teatro, y por extensión a todas las Artes Escénicas.

Pero más allá del Arte representa dos emociones primarias. ¿Podríamos decir que una celebra la vida y la otra anuncia la muerte? Si, podríamos.
¿Podríamos decir que una expande y abre el movimiento hacia fuera y la otra se encierra en sí misma y se paraliza? También.
¿Podríamos adjudicarles juicios valorativos diciendo  que una está “bien” y la otra “mal”? Si, creo que podríamos.

Estas dos emociones primarias, no son atributivas sólo a la especie humana. A la luz de los descubrimientos de las neurociencias, sabemos que al cerebro emocional lo compartimos todos los mamíferos. De hecho, no nos resulta difícil reconocer estos estados en nuestros animales domésticos. Cada especie tiene un lenguaje corporal y expresivo que encierra estos estados y son comprendidos por sus pares y también por otras especies, incluida la nuestra.

El Arte, que es una construcción cultural y que esa sí, sólo corresponde a la especie humana, la hemos podido hacer gracias a la evolución de nuestros lóbulos prefrontales, que es el área del cerebro donde se procesa la autoconciencia.

Ahora propongo un salto elíptico hacia el pasado lejano. Veamos al artista que por primera vez elabora la máscara de dos rostros. Obviamente que fueron muchos, pero decidamos como ejercicio pensar en un individuo en particular, además es divertido, porque cada pensador podrá construir su “propia película”.  Podrá ser una escena en la edad de piedra o en el apogeo del teatro griego.
Pensemos entonces que ese, nuestro personaje, pudo sintetizar, simbolizar las emociones más fáciles de reconocer.
¡Vaya con la evolución de nuestro antepasado artista por haber arribado a ese símbolo!
Y es el que seguimos usando.
Desde ese momento hasta ahora: ¿Es que acaso no hubo otros descubrimientos que ampliaron esa percepción?  ¿Es que acaso quedaron suspendidos  los procesos de evolución de nuestro cerebro? ¿O tal vez debamos asumir que pensar en otro símbolo que represente lo nuevo adquirido nos resulta muy trabajoso y nos volvemos remolones para no gastar tanta energía?

Pero la máscara de tres caras de este artista, existe ¿Qué nos está proponiendo? ¿Qué significa? ¿Con qué lo asocio? ¿Es un posible nuevo símbolo?
De las infinitas posibilidades, opto por el siguiente posicionamiento.

Quizá, propone salir del enfrentamiento de los extremos, de la confrontación dual que sostiene unívocos, de la dialéctica de la discusión que construye una lucha donde hay vencedor y vencido. El viejo truco de: “o blanco o negro”.
Tal vez, ese tercer rostro visibiliza las infinitas posibilidades que median entre dos términos, y  cuenta de un proceso de cambio permanente.

No se dibujar, no se tallar ni esculpir los materiales, pero sí puedo solicitarle, por ejemplo, a un artista platero que realice una máscara de tres caras para que engalane mi cuello.

Supongamos que me la obsequia. Y allí estoy, recibiéndola en una mano mientra en la otra sostengo la tradicional.

¿Cuál me cuelgo?

La máscara tradicional particularmente me encanta y me representa como persona de teatro. A esto se suma la conciencia de que el símbolo de las dos caras está tan arraigado, que por cierto su reemplazo no es una tarea fácil (por lo menos para mí). Es un símbolo universal. Todos lo entienden.
Si eligiese ésta, estaría asegurando en acción la permanencia de este “símbolo intocable”,  “incuestionable”. Continuaría cabalgando sobre la rígida estructura de los opuestos inamovibles y enfrentados. Peor aún, estaría haciéndome la distraída, algo así como convencerme de que no pensé lo que pensé, de que el auto cuestionamiento nunca existió en mí.

La de tres caras me significa el pensamiento totalizador y articulado en permanente evolución, cuenta mejor la diversidad de pensamiento y sentimientos, cuenta la existencia de procesos y cambios. Si opto por ella, corro el riesgo de estar fuera de “la legalidad establecida de los símbolos” Estas acciones generalmente conllevan, a que te cuelguen rótulos de lo más variados, la mayoría de las veces devastadores. Y se debe tener mucha valentía para soportarlos o eludirlos y lograr mantener la integridad con el menor costo de sufrimiento posible.

Así planteado, pareciera que estoy frente a un dilema. Pero no me amedrenta, porque como quien no quiere la cosa, lo resuelvo “en acción”.

Decido colgarme ambas máscaras y lucirlas simultáneamente.

Mientras estoy realizando la acción física, sigo pensando. Mientras estoy pensando, realizo la acción de física.
Esa acción (la del pensamiento y la física) rubrica la conciencia de que soy parte del todo, simultáneamente como partícula y como onda.

La acción de llevar los colgantes de las dos máscaras en mi cuello es significativa del tiempo de transición temporal que vivo, donde se articula la existencia de paradigmas obsoletos que se van abandonando, ante el avance de otros que contemplan y conciben la diversidad como riqueza, los procesos como valores, el conocimiento como trampolines, la creatividad como herramienta y al otro como único, merecedor de todos los cuidados, igual que uno mismo.

Ser conciente de un tiempo de transición me obliga de alguna manera a acompañar su devenir, su desarrollo, por lo que intentar imponer un nuevo símbolo, obviamente es un absurdo.
No es cuestión de “corto” y “pego”. A la luz de cuántos siglos puede mantenerse  un símbolo, creo que es válido re- pensar el que existe, re-significarlo.
Quizá, sea este el momento de reflexionar acerca de si este símbolo de la máscara de dos caras nos continúa representando.
La evolución de la especie se produce en mucho más que siglos, se produce en miles de años.

Como dije antes, la máscara de tres caras ya fue concebida.

Como suele suceder, los artistas a través de sus obras, no sólo registran su tiempo, sino que proponen los cambios y  anticipan la particular concepción del hombre y del universo de la época por venir.


Viernes 20 de julio de 2012

!Feliz día del amigo!

Les regalo a todos mis amigos la apertura de la página
Teatro y Neurociencias

Me fascinó hacer esta nota. Es la primera de una serie


El Teatro es un laboratorio de investigación de los comportamientos y las conductas humanas.

PARTE 1

Espectáculo, "Borges a Escena" con Patricia Hart
Por Patricia Hart

Todos sabemos que los juegos de la infancia, ese famoso “como si fuese verdad” nos han permitido muchos aprendizajes de la vida. Los humanos, desde su aparición en el planeta han desarrollado la capacidad de replicar, de imitar y de interpretar todo lo que observaban del mundo circundante; la naturaleza, las otras especies, los otros humanos y las emociones que les producían.
El ser humano posee justamente un cerebro tan evolucionado que le posibilita pensarse a sí mismo, incursionar en lo que no se ve pero  que existe. Esta es una de las diferencias con respecto a los cerebros de las otras especies animales.
La capacidad de pensarse, de trascender, de rememorar  y de planificar a futuro, son cualidades específicamente humanas.

Seguramente que nuestros antepasados prehistóricos, antes de pintar en las cuevas las escenas de caza de mamuts, hayan representado en acción y con movimientos y sonidos esas mismas situaciones para poder transmitirles a sus semejantes algún tipo de prevención, o manejo de las armas o manera de rodear a la presa. El imitar en acción, precede cualquier tipo de representación simbólica. Y uso la palabra acción tanto para el movimiento como para la voz.

Imaginemos la siguiente situación antes de la aparición del lenguaje. Un humano primitivo, alejado de su grupo, detecta la presencia amenazante de un depredador. Debe preservar su vida y alertar a los otros, ya que el sentido gregario le indica que también los otros le garantizan su supervivencia, entonces huye corriendo en su búsqueda. Cuando llega, se vale de sonidos y movimientos que imitan al animal, para comunicarle al grupo la inminencia del peligro. Los demás interpretan el mensaje y se ponen a salvo en una cueva, inaccesible para la fiera que amenaza. En la cueva hay otros humanos que desconocen lo que pasó. Por lo tanto los recién llegados a través de movimientos y sonidos relatan lo ocurrido.

Al día siguiente, (El uso de días consecutivos en esta pequeña historia representan en realidad miles de años de evolución), rememoran el acontecimiento y repiten las actitudes y gestos, tanto los que estuvieron involucrados en la huída como los que no la presenciaron.  Esto les produce alegría por haberse salvado y seguramente perfeccionan las acciones. Seguramente algún miembro del grupo será reconocido como el que mejor ejecuta e imita los sonidos y desplazamientos del animal y les provoque eclipsamiento. También puede provocarles risa la manifiesta torpeza de otro. Probablemente  en los días subsiguientes, agreguen ritmos y voces nuevas a la representación, que basada en sucesos cotidianos se va transformando paulatinamente en una danza o en un rito que transmiten a otros como enseñanza. Pero sobre todo porque les causa placer ejecutarlo.

Me divierte mucho pensar estas situaciones que son como la esencia del teatro. Igual que la danza y la música surgen en una primera instancia como una manera utilitaria y funcional para la subsistencia del grupo.
Esos hombres primitivos también van guardando en su memoria la experiencia, los estados emocionales que les provocan las repeticiones como un nuevo aspecto que también es necesario para la conservación de la especie.

Esas expresiones a medida que avanza la evolución del cerebro humano son las que conocemos con el nombre de, Las Artes.
Y de  las artes, la que más me ocupa son las Artes Dramáticas. La palabra dramático viene del griego, de drao, que quiere decir acción. Por lo tanto las Artes Dramáticas son las Artes de la Acción.
Y dentro de las Artes Dramáticas mi preferida es el Teatro. Al Teatro se lo llama Arte Mixta porque tiene concurrencia de las otras Artes, la Musical, la Plástica, la del Canto, la Arquitectura, etc
Vaya particularidad la del Arte Teatral, ya que si es acción, es inasible. Se da en un mismo tiempo y en un mismo espacio con la presencia en vivo de los participantes, espectadores y actores.

Volvamos a la secuencia imaginada, acompañemos a ese individuo del grupo, ese, el que mejor imitaba al animal y que provocaba complacencia en los otros.

¿Qué estaba sucediendo en los otros cuando lo veían?
Ellos revivían la situación, podían verla sin estar en peligro, podían elaborarla, podían distanciarse, descubrían que esas acciones simbolizaban lo real y les gustaba. Estaban consolidando la memoria en el cerebro y la auto observación, capacidad de los lóbulos pre frontales. Y quizás se les revelara alguna otra posibilidad de respuesta ante una situación futura similar, que antes no habían descubierto. Puede ser que mostraran incipientes manifestaciones de una planificación. Es probable.

Lo que si sucedía en sus cerebros es que las neuronas encargadas de registrar las emociones y constituirlas posteriormente en estados emocionales, desarrollaban una gran actividad.

Continuando con el ejemplo propuesto, creo, que en el momento en que el grupo le solicita a nuestro primitivo mejor imitador, la repetición de sus acciones es cuando nace el teatro, nace la representación, existe un acto volitivo por parte del grupo para ver la repetición de las acciones de otro y un acto volitivo del que ejecuta las acciones.
Esta cuestión puesta en marcha consiste en la relación de los elementos constituyéndose en un proceso, y que vamos a denominar estados emocionales.  Aquí mucho tienen que ver las neuronas espejo, las que nos permiten comprender, sentir lo que al otro le sucede.

Si es que la génesis del teatro se acerca aunque sea mínimamente a nuestro ejemplo casi estaría fuera de discusión que fue una herramienta-proceso  indispensable para la evolución de nuestro cerebro.

Ahora, propongo un salto elíptico vertiginoso. Del humano primitivo aterrizamos al hombre de hoy.

En el acontecimiento teatral de una representación, los participantes que intervienen, el público por un lado y los intérpretes por otro, existen reglas culturales implícitas que se ponen en funcionamiento. Por ejemplo, una persona que ya ha tomado lugar en su butaca lo hace con una expectativa. ¿Cuál?
Consciente o inconscientemente dice, -He venido aquí para verlos, para que me emocionen, para que me cuenten una historia, para que me entretengan, para que me  hagan reír  y/o llorar, por lo tanto les pido que hagan bien su trabajo-
Por el otro lado, los intérpretes, recitales de música, cantantes, ballet, ópera, teatro, dicen – Estoy aquí  y a través de mi personaje iré contando una  historia y me comprometo a vivenciar profundamente todas las circunstancias por las que atraviesa, de la forma más clara, bella y apasionada que soy capaz, por lo tanto les pido que hagan bien su trabajo y me presten atención.
Tanto espectadores como intérpretes están en vivo y comparten un mismo ámbito en el mismo momento.

Entonces…! Se levanta el telón !

Se apaga luz de sala, y cuando los últimos murmullos desaparecen, la respiración cambia y la disponibilidad de mentes y cuerpos de los espectadores está en su punto justo, aparecen en el escenario los actores convertidos en personajes.

Todo lo que hagan y sientan los personajes impactará en los espectadores “como si fuese verdad”

Caben varias preguntas:

¿Qué cosas hace que  los actores puedan  componer personajes y construir una realidad escénica que sin ser la realidad cotidiana, es vivida por ellos  como si fuese “verdad”?

¿Qué hace que  los espectadores, entren en la convención, en el juego y padezcan o gocen con lo que les sucede a los personajes?

¿Qué pasa en nuestros cerebros en esa situación?

Pero estas cuestiones las dejaremos para la Parte 2


Mi canal de videos en youtube, clikear en

www.youtube.com/channel/UCUzJXk4Ja-ZQ-6YORUaPJ9w





Un material imperdible.
El teatro y la neuropsicoeducación.
Falta poco.
!Cuánta luz han dado y dan los cerebros de los artistas de todos los tiempos, para poder ser mejores personas y construir un mundo más armónico!

2 comentarios:

  1. Demás está decir que Patricia Hart expresa sus pensamientos profundos y se compenetra de forma tal que lleva al lector a un estado
    de reflexión constante y a un asimilación de ideas que se tornan perfectas después de analizarlas en profundidad.El arte es la manera más fantástica de expresar los sentimientos humanos y como tal, debe desarrollarse en todas las aristas posibles para fortalecer la creatividad y el deseo de soñar despiertos

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    1. Gracias elancladiario por la gentileza de hacerme llegar tu comentario. Estimula para continuar desarrollando las preguntas que se suceden unas a otras, unas a otras. Son preguntas trampolines. El envión para el salto e inmiscuirse en los fluidos. Y avanzar. Reitero mi agradecimiento.

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